La educación es algo
indispensable para todo ser humano. Nada más nacer un niño tiene todo su cuerpo
biológicamente preparado para convertirse en un hombre. Pero no bastará con
tener esas capacidades biológicas, sino que requerirá también de capacidades
sociales. Estas capacidades sociales deberá adquirirlas mediante la educación,
es decir, mediante la enseñanza de otra persona, por lo que un individuo no
podrá desarrollarse socialmente si no es enseñado por otro individuo.
Lo que Fernando Sabater trata de
explicar en el capítulo 2 de su libro El
valor de educar es como se relacionan los diversos aspectos que acaban
formando la educación de una persona, o al menos como estos deben relacionarse
para que la educación sea correcta.
En principio se hace mención del
tiempo como un invento exclusivo del ser humano. La concepción temporal cobra
gran importancia a la hora de aprender, pues en todo momento se es consciente
de que la muerte acabará llegando. Así pues, es la educación la que nos debe ayudar
a movernos en relación con el tiempo, es decir, de interpretar correctamente
esa concepción temporal.
Tenemos que ser conscientes de
que todos hemos sido maestros alguna vez, es decir, que alguna vez hemos
instruido a otra persona (y por lo tanto, también hemos sido instruidos en
algún momento). Sin ser pedagogos de profesión ni nada por el estilo, en algún
momento hemos enseñado a alguien como hacer algo (desde la acción más fácil
como atarse los cordones hasta conocimientos científicos) y esto nos pone en la
figura del maestro.
Ante la situación anterior surge
el siguiente debate, del cual se habla en el capítulo. Si cualquier persona
puede actuar como maestro, y de hecho, cualquier persona lo hace, ¿para que
profesionalizar la educación? Pues bien, la necesidad de esa profesionalización
nace en que cualquier persona no es capaz de enseñar cualquier cosa, por lo que
cuando los conocimientos a enseñar son científicos la profesionalización se
hace necesaria.
Ese debate sobre quien debe
educar y qué tipo de conocimientos debe transmitir lo encontrábamos ya en
culturas anteriores. En el capítulo de Fernando Sabater se pone el ejemplo de
la cultura de la antigua Grecia. Allí, se distinguían dos figuras: la del
maestro, encargado de transmitir conocimientos de áreas como las matemáticas
(figura menos valorada en esa cultura) y la del pedagogo, encargado de
transmitir valores morales y éticos (más valorado).
Pues bien, en la cultura actual
lo que ocurre es lo contrario. Nosotros que formamos parte del sistema
educativo actual nos podemos dar cuenta de que actualmente es mucho más
valorada la enseñanza de conocimientos científicos que de valores morales y
éticos. Este sistema educativo es muy cuestionado por la manera de aprender, ya
que suele ocurrir que el examen es preparado los días anteriores para poder
pasarlo y después olvidar esos conocimientos. Pero, ¿se adquieren así los
conocimientos? ; ¿se aprende realmente así?
Dejando ese debate al margen,
siguiendo la diferenciación creada por John Passmore podemos distinguir entre
habilidades cerradas y abiertas. Las cerradas serán habilidades que, tras ser
aprendidas y adquiridas, tendrán poco margen de mejora, y llegará un punto en
el cual se habrá automatizado esa habilidad de tal manera que no se podrá mejorar
más. Por otro lado, las habilidades abiertas, tras ser adquiridas, podrán ser
mejoradas, siendo estas más exigentes para el aprendiz que las cerradas.
Esta clasificación realizada por
Passmore nos servirá para plantearnos qué tipo de habilidades nos parecen más
convenientes para ser adquiridas. En este caso nos decantaríamos por las
abiertas, que al ser más exigentes, provocarán que el aprendiz tenga que ser
más constante en su esfuerzo por adquirir ese conocimiento.
En conclusión, al leer el capítulo
2 del libro El valor de educar de
Fernando Sabater observamos diversos aspectos que nos ayudarían a responder esa
pregunta mencionada en el título: ¿Qué es educar? haciendo referencia a esa
transmisión necesaria entre alguien que ya posee esa habilidad o ese
conocimiento y alguien que se muestra dispuesto a adquirirlo. Además, logramos
hacernos una idea de los tipos de habilidades que son más convenientes de
adquirir para una buena educación y como llevar a cabo esa transmisión de
conocimientos y habilidades.
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